viernes, 18 de octubre de 2013

La poesía de las obsesiones


Pasé los pasados meses de julio y agosto trabajando en Diario SUR por segundo verano consecutivo, lo que no significa que las entrevistas (sobre todo las publicadas en formato pregunta-respuesta) me siguieran acojonando. Evidenciar tu habilidad -o la ausencia de ella- en negrita (¡encima!) a la hora de hacer una pregunta simboliza hacer visible tu capacidad en el que, seguramente, es uno de los géneros más difíciles de abordar dentro del Periodismo. Aún así, he salido victoriosa de entrevistas sorpresa (de esas de las que te avisan un par de horas antes, contando con que te tienes que trasladar hasta el lugar de la cita y teniendo en cuenta, también, que puede que no conozcas de nada a la persona con la que tienes que charlar). No recomiendo practicar ese truco en casa. Sin embargo, las más excitantes siempre son aquellas que sabes que has de prepararte a fondo. No sólo por quedar bien con el medio para el que trabajes, sino también por ti. Como una especie de reto personal. 
Es lo que me pasó, por ejemplo, con la entrevista que le hice a Luis Alberto de Cuenca, uno de los poetas del panorama español actual que más admiro. La conversación que tuvimos, aunque telefónica y no tan larga como a mí me hubiese gustado, fue tremendamente fructífera. Como podréis leer un poco más adelante, hablamos sobre política, educación, humanidades, rock and roll, y, por supuesto, poesía. La pena es que, como suele pasar sobre todo en la sección de Cultura, apenas utilicé un cuarto de todo en la pieza que escribí para el periódico, con motivo del nuevo número de la histórica, malagueña y venerable revista Litoral, cuyo último tomo está dedicado a Luis Alberto de Cuenca. 
Por eso, rescato aquí algunos retazos de nuestra charla, acompañándolos de poemas de dicho poeta que, pienso, ilustran a la perfección sus respuestas. Mis preguntas, las omito. Parte de mi homenaje es darle la vuelta al método tradicional y cometer un pequeño acto de rebeldía periodística: en este blog, lo que él dijo figurará en negrita. Aquí lo realmente importante es el entrevistado. Y más, si cabe, si se trata de Luis Alberto de Cuenca.


"Creo que no hay necesidad de tener ese conocimiento previo para apreciar esos poemas. Otra cosa es que se disfruten mejor con esos conocimientos previos, pero también hay un mensaje directo que no necesita de ampliación erudita".
La chica de las mil caras
Todo tu cuerpo es un inmenso brote de espinas,
pero las aves siguen comiendo en tus manos
y cantan en el bosque como si nada.
Por las noches me enseñas el universo:
hoy han sido las costas de Islandia,
la Edda de Snorri y la promesa de Winland.
Como tu cuerpo está erizado de agujas,
necesito almohadones para amarte;
luego despierto enganchado a tus labios,
cuando el sol es un punto negro en el cielo.
Si hablas, tu voz es una cascada
que arrastra cadáveres y policías de uniforme.
Hablas en verso, como Ovidio y Lope,
como el precoz escaldo Egil Skallagrimsson.
A veces te interrumpo. Tus besos llevan oro,
como las Noches de Stevenson o de Mardrus.
Son algo tan brillante. Como una nueva infancia.
No sé si tu destino es catalogar manuscritos,
si has sido bibliotecaria en Alejandría.
Un día vi cómo perseguías a un jabalí en Dordoña
(esa noche soñé con el Monarca Oscuro).
Podría hacerte un lecho de lirios o de rosas,
aunque preferiría cubrirte de alacranes.
Luego descifraríamos papiros mágicos y emblemas.
No sé cómo decirte lo mucho que te amo.
Hace siglos que desaparecieron los torneos.
Jesús sigue muriendo cada día. Hasta cuándo.
Pero Clodoveo decía que el Gólgota no sería famoso
si él hubiese estado allí, en Jerusalén, con sus francos...

Antes leíamos novelas bizantinas, escuchábamos discos,
no encendías jamás la luz en el desván.
Me parecía haber vivido dos veces los momentos
y bebía del suave terminarse de tus ojos.
Algunos dioses se nos antojaban ridículos:
Júpiter, por ejemplo, todos los que mandaban.
Pero las ninfas de las fuentes, los elfos, los dragones,
Mae West y Miriam Hopkins compensaban la perdida.
Hacer versos, nadar, dar de comer a un pájaro,
ejercer de sportwoman como Diana Palmer.
Buscábamos tesoros en el jardín de tus abuelos,
bajo ese sol de Heráclito que sigue sin ponerse,
con una Jolly Roger ceñida a la cintura,
saqueando glorietas y naufragando en la piscina.

Y ahora que está aquí, mi amor,
tú que eres todas las mujeres,
no sé si voy a ser capaz
de recordarte y recordarme.
Todos vivimos, a la postre,
en una especie de prisión
de la que no podemos salir,
en la que nadie puede entrar.
Pero consta en el Libro Único
que, a pesar de espinas y agujas,
nos amamos alguna vez
y nos amaremos tú y yo.


"En mí mismo hay un cóctel en el que hay muchísimos ingredientes. En algunas ocasiones está el cultural más presente que el directo. Pero yo soy el mismo, no hay distintas etapas. Están escritos al mismo tiempo en muchas ocasiones".
Endecasílabos
¿Y tus endecasílabos?
¿Dónde están?
¿Qué se hicieron?,
me preguntas en un alejandrino
de inequívoco corte manriqueño.
Yo te respondo: Dentro de mi alma,
en el hueco aún caliente donde un tiempo
latió mi corazón, en la ceniza
en que va convirtiéndose mi cuerpo,
en el ritmo del agua y en la música
de cámara de Brahms, en el silencio
de ese haiku de Basho, en la blancura
del oso acorazado de mis sueños.
En Lope y sus tercetos familiares.
En Borges y sus mágicos sonetos.
En todas partes, como Dios: en misa,
en Garcilaso y entre los pucheros.
En tus ojos que brillan en la sombra,
en el cine de Hawks y en el infierno,
en la Venus de Willendorf, en Nínive,
en el Avesta y en los Evangelios.
Me han hecho compañía tantos años
que no puedo vivir sin su consuelo.


"Creo que con el plan de estudios de Wert sí se ha avanzado en ese territorio. La sociedad Española de Estudios Clásicos y las personas que nos interesamos por esa parcela del saber hemos intentado por todos los medios influir para que no hubiera ningún tipo de retroceso, y lo hemos conseguido".
Teichoscopia
Tras nueve años de guerra, el rey de Troya
no sabe quiénes son sus enemigos.
se lo pregunta a Helena, allá en lo alto
de la muralla: «Dime, Helena, hija,
¿quién es ese que saca la cabeza
a los demás y que parece un rey
por su modo de andar y por su porte
señorial?» «Mi cuñado, Agamenón,
un hombre insoportable que no cesa
de gruñir, el peor de los esposos
y un mal padre.» «¿Y el rubio que está al lado?»
«Es mi marido, Menelao, un idiota
que no supo apreciar como es debido
lo que tenía en casa y no comprende
a las mujeres.» Príamo registra
la información de Helena en su vetusto
cerebro, y continúa preguntando:
«Y ese otro de ahí, de firme pecho
y anchos hombros, que va y viene nervioso
por el campo, las manos a la espalda,
como quien trama algo, ¿quién es ese?»
«Odiseo de Ítaca, un fullero
de quien nadie se fía, un sinvergüenza.»
«¡Caramba con los griegos!», piensa Príamo,
y le dice a la novia de su hijo:
«Otros veo, muy altos y muy fuertes,
que destacan del resto. Por ejemplo,
esa masa magnífica de músculos
que está sentada al fondo, a la derecha…»
«Es Ayante, una bestia lujuriosa
y prepotente, un grandullón con menos
inteligencia que una lagartija.»
«¡Qué bien hice estos años -piensa Príamo-
sin saber quiénes eran estos tipos!
Basta que gente así reclame a Helena
para no devolverla.» Y en voz alta
dice a la chica: «¿Dónde estará Paris?»
«Imagino que en la peluquería,
haciéndose las uñas y afeitándose.»
«Ayúdame a bajar de la muralla
y vamos en su busca, que os invito
a los dos a una copa en el palacio.»


"El latín y el griego tienen que estar presentes en todos los bachilleratos. Aporta una gimnasia mental increíble, un sentido de la humanidad muy profundo, puesto que nuestras raíces proceden de esas civilizaciones, y un conocimiento de nosotros mismos, una profundización en nuestras propias personalidades. Creo que son absolutamente fundamentales, básicos, que sin ellos la gente es mucho más incompleta que con ellos".
Filología y vida
"Filología, ¿para qué?", preguntas
mientras clavas en mí feroz pupila,
cargada de insidioso nihilismo.
Te lo explico. No entiendes mi respuesta.
Te da igual que los textos se publiquen
bien o mal, no te importa en absoluto
que un clásico se entienda, o que la gente
lea el Quijote tal y como quiso
su autor que lo leyéramos, sin una
sola coma dudosa ni un pasaje
desesperado.
            Cambio de materia
y te pregunto: "Vida, ¿para qué?"
(por si se fundamenta tu rechazo
de la filología en la grotesca
tesis de que la vida nada tiene
que ver con las bobadas filológicas).
Y tú respondes: "¿Vida? Para nada.
O, en todo caso, para los criados."
Adivino la cita de Villiers
detrás de tus palabras, pero eso
es lo de menos. Ahora he comprendido
por fin aquel inicio de una sátira
de Persio: O curas hominum! O quantum
est in rebus inane!


"En el fondo son sentimientos también si te fijas, ¿no? Establecer una especie de categoría de lo que te interesa y no te interesa también, de algún modo, es hacer explícito un sentimiento. Todo es sentimiento y todo produce o aspira a producir emoción. En la poesía, el concepto de emoción es básico".
Tebeos
Los Katzenjammer Kids, Popeye, Blondie,
Little Nemo, Flash Gordon y Li'l Abner,

Mandrake, Daredevil y Prince Valiant,

Dick Tracy, Spiderman y Silver Surfer,

los Vengadores y esa Cosa tierna

y acorazada de ojos azulísimos

(me refiero a Ben Grimm),

sin olvidar una novela gráfica

del Ivanhoe de Scott,

¿qué haría sin vosotros?

¿Buscaría el amor?,
¿pelearía
con una espada por un territorio?,
¿marcaría ganado en las praderas
infinitas del Middle West?,
¿navegaría bajo las estrellas

con una Jolly Roger ondeando

en el palo mayor de mi navío?
¿Qué haría yo sin esos tebeos?


"El mensaje más universal lo contienen los poemas que hablan de sentimientos universales. Los otros pueden llegar a un público determinado, pero no cabe duda de que los que hacen notoria y pública una serie de sensaciones humanas y básicas son los que tienen una aceptación mayor desde el punto de vista numérico".
El desayuno
Me gustas cuando dices tonterías,
cuando metes la pata, cuando mientes,
cuando te vas de compras con tu madre
y llego tarde al cine por tu culpa.
Me gustas más cuando es mi cumpleaños
y me cubres de besos y de tartas,
o cuando eres feliz y se te nota,
o cuando eres genial con una frase
que lo resume todo, o cuando ríes
(tu risa es una ducha en el infierno),
o cuando me perdonas un olvido.
Pero aún me gustas más, tanto que casi
no puedo resistir lo que me gustas,
cuando, llena de vida, te despiertas
y lo primero que haces es decirme:
«Tengo un hambre feroz esta mañana.
Voy a empezar contigo el desayuno».

"Creo que no hay palabras malsonantes, sino oportunidades de insertarlas en los poemas. Toda palabra es susceptible de ser empleada poeticamente. Pero hay que tener mucho cuidado, obviamente, en la utilización de esos términos aparentemente malsonantes porque tienen que tener una función y tienen que desempeñar un papel muy importante. Si en ese poema no se emplea esa palabra malsonante, probablemente no tendría la posible fuerza que tiene. Es imprescindible en este caso".
En el supermercado
Cualquier lugar es bueno para el odio,
hasta el supermercado. "¿Por qué compras
esto en lugar de aquello? ¿Estás de oferta
o qué: crees que estoy sordo y que no oigo
las cosas que te dice el pescadero?
Me aburro. No te aguanto. No te olvides
la botella de ginebra. ¡Ah, no,
déjate de comida preparada!
Aprende a cocinar como mi madre".
"Cuando tú aprendas a comerme el coño".


"Una relacion íntima, absolutamente íntima. Siempre hemos explicado (Loquillo y él mismo) que la poesía y la música nacieron juntas y que sólo luego se fueron separando con los siglos, pero que de algun modo esta fusión que hemos fabricado vuelve a los origenes de cuando eran la misma cosa. Mi experiencia como letrista y como poeta soporte de versiones musicales es muy positiva, en el sentido de que amplía notoriamente el número de lectores y de interesados en la poesía"
 Political Correctness
Sé buena, dime cosas incorrectas
desde el punto de vista político. Un ejemplo:
que eres rubia. Otro ejemplo: que Occidente
no te parece un monstruo de barbarie
dedicado a la sórdida tarea
de cargarse el planeta. Otro que el multi-
culturalismo es un nuevo fascismo,
sólo que más hortera, o que disfrutas
pegando a un pedagogo o a un psicólogo,
o que el Mediterráneo te horroriza.
Dime cosas que lleven a la hoguera
directamente, dime atrocidades
que cuestionen verdades absolutas
como: “No creo en la igualdad”. O dime
cosas terribles como que me quieres
a pesar de que no soy de tu sexo,
que me quieres del todo, con locura,
para siempre, como querían antes
las hembras de la Tierra.



"Creo que sí, lamentablemente sí. Cuando se es feliz y cuando está uno instalado en la alegría, no se le ocurre perder el tiempo emborronando cuartillas. Creo que la tristeza es el gran motor de la escritura".
Sobre un tema de J.M.M.

No quiero ser feliz. Estoy enfermo
de haberlo sido tanto. Me fastidia
que la gente me quiera y que los dioses
me protejan. Renuncio a ser el centro
de las fiestas y a todos los poderes
que el dinero y la sangre proporcionan.
No quiero verte al lado, en la cabina
de mi coche, dorada y sonriente,
previendo mis deseos más ocultos.
No me divierte ya que mis amigos
celebren la blancura de tus manos.
Detesto las victorias, y los viajes
al más allá, y la daga del ingenio,
y el amor, y el jardín de la alegría.
Quiero la opacidad y la tristeza
que da el dolor, y la desesperanza.
Me está matando tanta dicha junta.


"Creo que lo que menos mal hago es poesía. Es una manera de ver el mundo, y en ningún caso algo relacionado con un sentimiento privado que me aisla de los demás, sino algo que me ayuda a prestrar mi voz, un elemento de fusión con el resto. Los poetas no somos diferentes a los demás, lo que hacemos es actuar de portavoces. Me interesa ser útil a mis semejantes".

 Línea clara
Dicen que hablamos claro, y que la poesía
no es comunicación, sino conocimiento,
y que sólo conoce quien renuncia a este mundo
y a sus pompas y obras —la amistad, la ternura,
la decepción, el fraude, la alegría, el coraje,
el humor y la fe, la lealtad, la envidia,
la esperanza, el amor, todo lo que no sea
intelectual, abstruso, místico, filosófico
y, desde luego, mínimo, silencioso y profundo—.
Dicen que hablamos claro, y que nos repetimos
de lo claro que hablamos, y que la gente entiende
nuestros versos, incluso la gente que gobierna,
lo que trae consigo que tengamos acceso
al poder y a sus premios y condecoraciones,
ejerciendo un servil e injusto monopolio.

Dicen, y menudean sus fieras embestidas.
Defiéndenos, Tintín, que nos atacan.



"Me ha pasado esa sensación y me ha pasado la contraria. Estamos hechos de sensaciones diversas y a veces contradictrorias. En ese poema se cuenta una determinada sensación, pero no es mi visión en absoluto de la mujer. Hay poca gente tan pesada como yo, que he estado rodeado de libros. Es muy difícil encontrar a una chalada de mi estilo".
Noche de ronda

En otro tiempo hubieras empleado la noche
en hablarle de libros y de viejas películas.
Pero ya eres mayor. Ahora sabes que a ellas
les aburren los tipos llenos de nombres propios,
que tu bachillerato les tiene sin cuidado.
De modo que le dejas tomar la iniciativa,
desconectas y finges que escuchas sus historias,
que invariablemente -recuerdas de otras veces-
versan sobre el amor, los viajes, la dietética,
su familia, el verano, la buena forma física,
el más allá, las drogas y el arte postmodemo.
De cuando en cuando asientes, recorriendo sus ojos
con los tuyos, rozando levemente sus muslos,
y elevas a los cielos una angustiosa súplica
para que aquella farsa termine cuanto antes.
Pasarán, sin embargo, todavía unas horas
hasta que, ebria y afónica, se abandone en tus brazos
y obtengas la victoria pírrica de su cuerpo,
que, pese a los asertos de tres o cuatro amigos,
será muy poca cosa. Y, cuando esté dormida,
saldrás roto a la calle en busca de una taza
de café gigantesca, maldiciendo las copas
que arruinaron tu hígado en la estúpida noche
y pensando que, al cabo, merece más la pena
no comerse una rosca y hablarles de tus libros,
amargarles la vida con Shakespeare y con Griffith.
O buscarse una sorda para que nada falte.
Un amor imposible
Te he encontrado en la calle y, luego, hemos cenado juntos.Te lo he dicho otra vez: mi vida quiere ser lo que llamaba Bowra "the pursuit of honour through risk". Y tu sonrisa se transforma en una mueca obscena, y sigues sin saber qué es el pudor. Antes de medianoche estabas muerta ya, amor mío.
 

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